(con motivo de los cien años de los padres vicentinos en la Costa Norte de Honduras)
Cien años son más que un siglo de labor
cuando en ella, cada día estás Tú.
Cien años cuentan la historia de un Amor
bajo el cielo tropical en que la luz
la pones Tú; el Verbo, el Sembrador.
Tú Señor del tiempo y de la historia,
que impulsas esta gesta misionera,
no permitas que olvidemos la memoria
de aquellos que, al servicio de tu gloria
entregaron por Ti la vida entera.
Peligros, fatigas, noches sin dormir.
Caminos, esperas, días sin comer.
Y Tú, Señor, la razón de su vivir,
la presencia en cada pobre a quien servir,
Tú, el premio que quisieron merecer.
(continuará la segunda parte)
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